s probable que en algún momento hayas escuchado por parte de un psicólogo, en la escuela de los niños, o en la televisión algo como “vamos a usar  economía de fichas”, pero ¿Realmente sabemos que es una economía de fichas?

En la actualidad el término se ha popularizado, en el kínder o en los primeros años de primaria se utiliza como una técnica para poder lograr que los niños hagan algo que se quiere o se necesita, por ejemplo, participar en la clase, pedir las cosas diciendo “por favor”, recoger el material que se utiliza, levantar la mano para pedir algo, etc.

La economía de fichas se utiliza principalmente para promover, moldear y fortalecer conductas deseables en un niño o adulto, las cuales no se presentan de manera frecuente, e incluso se llega a ocupar para extinguir alguna conducta que se considere indeseable. En el presente artículo se centrara en el uso de la técnica en los niños para promover una conducta.

La técnica de economía de fichas se basa principalmente en que se entrega un reforzador (o un premio), en este caso serían las fichas, inmediatamente después de que se presente la conducta deseada, por ejemplo, si se busca que un niño recoja sus juguetes después de haberlos usado, y se aplica un programa de economía de fichas, cada vez que el niño recoja sus juguetes después de usarlos, se le entrega una ficha, como reconocimiento de lo que hizo. 

Una característica importante en la economía de fichas, es que  se establecen una serie de acuerdos previos, porque las fichas solo serán el símbolo de que se está logrando algo, pero se crean condiciones para realizar un intercambio, ya que se canjean las fichas por otro “premio”, que puede ser alguna actividad o algún objeto y que se obtendrá al acumular cierta cantidad de fichas, siguiendo con el ejemplo anterior, se puede decir que cada que el niño junte cinco fichas (o sea que haya recogido cinco veces sus juguetes después de usarlos) se le dará un chocolate o se le llevará a jugar al parque.

Algo que puede complementar la entrega de las fichas es que al momento en que se pongan las reglas del intercambio, también se acuerden qué es lo que pasará si no se cumple con la conducta buscada, así se puede decir, que si no se recogen los juguetes perderá una ficha de las que ya había ganado, además de que no se le dará una nueva ficha. Lo que vale la pena señalar es que tanto los acuerdos positivos del intercambio, como las consecuencias de no realizar la conducta deben ser acordados y explicados desde el inicio, así no se pueden cambiar o posponer el intercambio, ni la entrega o el quitar las fichas.

Por último, una vez que la conducta se presente con más frecuencia, se puede ir ampliando la entrega de la ficha, por ejemplo, si al inicio se le daba una ficha al niño cada que recogía sus juguetes después de usarlos, se puede ampliar a que por cada dos veces que lo haga se le entregará una ficha, así se aumenta gradualmente el tiempo que pasa entre que se presenta la conducta y se le da la ficha hasta que se dejen de entregar fichas, en ese momento se puede decir que la conducta que se deseaba o se buscaba se pudo establecer.

Está técnica ha logrado muy buenos resultados siempre y cuando se consideren tres aspectos que son principales para realizarla, primero se debe tener claridad en cuanto que conducta es la que se va a reforzar o moldear, en segundo lugar, decidir el tipo de ficha que se usará (pueden usarse figuras que le gusten al niño o incluso hacer una tabla donde se peguen estampas o calcomanías que atraigan la atención del niño), y en tercer lugar, establecer qué es lo que se va a ganar al juntar el número de fichas que se acuerde. Es importante no olvidar el prestarle la suficiente atención al niño, porque como se dijo, cada que se presente la conducta se debe entregar la ficha.